Las tres reglas de mi jefe by Emily Delevigne

Las tres reglas de mi jefe by Emily Delevigne

autor:Emily Delevigne [Delevigne, Emily]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-07-24T00:00:00+00:00


11

CASEY

Si alguien me hubiese preguntado cómo me sentía mientras entraba en la empresa el lunes, tras haberme acostado con mi jefe el sábado por la noche, habría dicho que nerviosa, alterada y algo inquieta. Pero parte de mi inquietud desapareció cuando el resto de los trabajadores me saludaron con normalidad, algunos felicitándome por mi trabajado en la organización de la fiesta. Así que nadie nos vio marchándonos juntos, pensé aliviada mientras me dirigía a mi despacho.

Sin embargo, lejos de estar relajada, llevaba todo el fin de semana preguntándome qué pasaría a partir de ese momento con nosotros. Me había marchado de su casa a la mañana siguiente, cerca del amanecer. Había llamado a un taxi y, tras dejarle una nota, me había marchado. Quedarme y vivir ese incómodo momento en el que ninguno de los dos sabía qué decir fue completamente descartado.

No me había llamado durante el fin de semana. Yo a él tampoco.

—¡Buenos días, Casey!

La voz de Jessica me hizo girar el cuello con rapidez hacia ella.

—Buenos días —saludé con una enorme sonrisa.

—Te pasaste con esa fuente de chocolate. —Alzó el pulgar—. Eres la mejor organizadora de fiestas de la historia.

—El dinero lo puso Rhys, así que…

Seguí caminando hacia mi despacho casi con tanta rapidez que casi me caí al tropezar con una papelera. Le dirigí una sonrisa de disculpa al compañero sin dejar de avanzar. No quería encontrarme con Rhys. ¿Cómo me miraría? ¿Iba a haber incomodidad entre nosotros? ¿Se rompería esa complicidad? Y lo que era peor: ¿cómo demonios iba a mirar a mi jefe después de haberme corrido varias veces y recordar todavía su boca sobre mí? O sus manos cuando me inmovilizaron para que no lo tocara…

Estoy perdida. He cometido un tremendo error. Socorro.

Un error del que no me arrepentía en absoluto.

Al llegar a mi despacho, sentí que ya no estaba en terreno enemigo y me relajé. Me senté en la cómoda silla y dejé el bolso a un lado. Encendí el ordenador y, al incorporarme, decidí abrir la ventana para que la brisa matutina entrara cuando la puerta se abrió.

Al mirar por encima del hombro para saber de quién se trataba, di un respingo.

Me ardieron las mejillas.

—B-buenos días…

—Te marchaste sin despedirte, Casey —me interrumpió Rhys con voz ronca.

Me mordí el labio inferior y él clavó su mirada en mi boca. Un brillo sensual y oscuro iluminó sus atractivos ojos.

—Yo… yo…

Cuando cerró la puerta a sus espaldas y echó el pestillo, mi corazón se saltó un latido antes de volverse loco. Se me pusieron los ojos como platos cuando vino hacia mí con esos pasos elegantes y esa seguridad que lo caracterizaban. Me agarró por la cintura y me sentó sobre la mesa. Luego se colocó entre mis piernas y se inclinó hacia mi rostro hasta que pude ver las motas doradas de sus ojos.

—No me ha gustado nada, Casey —susurró con voz ronca.

Joder, joder, joder…

Su forma de pronunciar mi nombre me excitó tanto que noté que mi ropa interior se pegaba a mi sexo. Quise frotar un muslo contra otro para aliviarme cuando él alzó una ceja.



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